Avanzando en nuestro libro nos vamos topando con sorpresas. Salir del Libro II dedicado a la tiniebla, a nuestra parte más recóndita y oscura nos permite transitar con gusto por el Libro III que por luminoso nos ha fascinado. El tema es el amor y las variadas formas de entrega. Es un capítulo tan rico que nos ha dejado con la necesidad de seguir compartiendo entre nosotras.
Por otro lado, el trabajo personal que estamos haciendo es increíble. En Bosques, Martha ha preparado un esquema hecho a base de frases que acomoda a su propia experiencia, creando una especie de rompecabezas vital donde el engranaje son los enunciados utilizados por Argullol que mejor describen su vida. Elvira trabaja en la urdimbre de un gran telar que la lleva a ir pensando cuáles son los hilos que le fueron dados y cuales azarosamente se incorporaron, y lo qué es más lindo, qué forma tienen esos bellos bordados que ella misma ha ido elaborando a través del tiempo. Cinthya toma como punto de partida cinco preguntas que conforman el móvil del autor y quizá el de cada uno de nosotras: ¿quién fui?, ¿quién soy?, ¿quién quiero ser?, ¿quién voy a ser?, ¿quién imagino que puedo ser?
En Polanco, la sorpresa no fue menor. Laura, desde una escritura suave y bien delineada, nos leyó un escrito que esboza su niñez, adolescencia y adultez. Siguiendo los esquemas de Argullol en cuanto a ubicación y fecha, ha descrito distintas experiencias y sentimientos, compartiéndonos su historia. Nos emocionó. Me he quedado con las ganas de escuchar a Sofi que ya tenía que irse. Tuve la suerte de escuchar el texto de Tere de hacer quince días que por intuitivo y bien escrito, me fascinó. Giselle está meditando por donde empezará. Un banquete.
Gracias, gracias, gracias. Contagian, chicas. Y por lo menos a mí, me iluminaron la semana.
Ana Barberena
Ana Barberena