martes, 27 de noviembre de 2012


  …Porque todo fluye y nada permanece… como nadie se mete dos veces en el mismo río.
Heráclito
“La verdad nos deshace. La vida es sueño. El despertar nos mata. Quien me roba los sueños, me roba la vida”.
Orlando

Mudando de piel: una lectura del Orlando de Virginia Woolf
Ana Barberena

Orlando dice que siente que la vida se le escapa y quizá por ello nos parece que se la bebe a borbotones.  En el momento en que grita: ¡La vida, un amante! [1] o dice “Soy la novia de la naturaleza”[2] corre un caudal de agua fresca que con fuerza imparable busca territorios donde transitar; es el poderoso élan vital.
Agua, agua, agua. Qué mejor elemento para describir la vida. Con su cualidad cambiante nos muestra el constante movimiento del mundo: “como si su espíritu fuera un líquido que fluyera alrededor de las cosas y las abarca absolutamente”. [3] ¿En qué momento nos permitimos ser? Justamente cuando el río fluye. Desde la voz de la novela y en el contexto de la Gran Helada, el río recupera su libertad de golpe [4]. El agua irrumpe con toda su fuerza arrastrando un torrente con destino inevitable; el ser mismo que surge y clama.  
Orlando no cree en el pensamiento como forma para aproximarse a la vida. En su lugar, propone la intuición como instrumento para leer el mundo, lo que es lo mismo que la confianza en la propia mirada. “Cuando menos vemos mas creemos”.[5] La intuición anclada en el estar es donde subyace la premisa del tiempo, verdadera preocupación de Virginia Woolf.
El tiempo, haciendo alarde de su cualidad para extenderse y comprimirse lleva la tajante diferenciación entre ser o no habitado.  Es más, la palabra tiempo le sobra a la autora y es remplazada por una mucho más flexible, maleable, dúctil: la duración. Desde la visión bergsoniana, la duración parece, superando las faldas de crinolina y los bombachos,  el mejor traje de Orlando. En palabras del filósofo francés: “El universo dura. Cuanto más profundicemos en la naturaleza del tiempo, tanto más comprenderemos que duración significa invención, creación de formas, elaboración continua de lo absolutamente nuevo”. [6] Es por ello que la vida corre paralela al río, es decir a la duración. “Vida  (canta o zumba, más bien, como una pava al fuego). Vida, vida, ¿Qué crees? Luz o sombra, el delantal de bayeta del lacayo o la sombra de la paloma en el pasto?” “¿Qué es la vida?” [7] La verdadera búsqueda es la experiencia. Cual serpiente, la invitación de Orlando es ir mudando de piel, ir cambian de yos, ser un guerrero, un noble o una dama de sociedad y conservar la misma esencia. Las convenciones son puro artificio, pues si nuestro personaje ha tenido que adaptarse a las formas impuestas, nunca dejó de ser ella misma. Siempre acompañada de sus dos amores: la naturaleza y la literatura.
Al final del libro, en el último capítulo se nos muestra el vértigo de la época desde la cual la autora escribe: el siglo XX. El fluir ahora está impregnado de velocidad propio de la modernidad que se materializa en el automóvil y la motocicleta. Río revuelto y a veces arremolinado, esta agua expresa la mezcla de pasiones, contradicciones e impulsos que distingue al hombre moderno: “El hecho de correr un automóvil por Londres se parece tanto al desmenuzamiento de la identidad personal que precede al desmayo y quizás a la muerte, que es difícil saber hasta qué punto Orlando existía entonces”. [8]
Woolf nos permite subir a su auto a toda velocidad. Incluyente y democrática, su escritura la completamos cada uno de nosotras a través de nuestra experiencia. Nunca tajante ni autoritaria, la forma dubitativa de Woolf es una invitación al diálogo y a la reflexión interior. “Quizá, pero lo que parece más cierto (porque estamos ahora en la región del “quizá” y del “parece”) era que el requerido yo se mantenía a distancia, pues Orlando, a juzgar por lo que decía, se estaba mudando del yo con una velocidad no inferior a la de un coche.” [9]
No importa cuantos lugares recorra Orlando la inglesa, ella pertenece a todos.  Siempre es parte del Universo. Emparentada con los árboles, montañas y paisajes, nos muestra la tierra como su gran hogar, acicate de sí misma. Al final, cerramos el libro y nos quedamos con la gran premisa que pareciera el amazonas de la novela: la libertad de espíritu.

 
  


[1] Woolf Virginia, Orlando. Editorial Edhasa. España: 2009. p. 211
[2]  Ibidem, p. 215
[3] Ibidem, p. 274
[4] Cfr. Capítulo 1 en el contexto de La Gran Helada de 1709.
[5] Ibidem, p. 178
[6] Bergson Henri, Memoria y vida, Alianza editorial. España: 2004, p. 19
[7] Woolf Virginia, Orlando. Editorial Edhasa. España: 2009. p. 235
[8] Ibidem, p. 267
[9] Ibidem, p. 269

domingo, 4 de noviembre de 2012

Por Angélica Breña.



¿Hamlet mujer?

¿Porqué no?, si el temperamento melancólico nos va bien a las mujeres, no es descabellado pensar que una hermana envidie tanto a su hermana mayor por ser la esposa del rey y ceñir corona que le llegue asesinar, tampoco lo es pensar que un joven cortesano tenga un espíritu frágil y cometa suicidio a la manera de Ofelia.

 Aurora Cano hace a partir del texto Shakespereano una nueva perspectiva de la tragedia más representada. Invierte los sexos para resaltar la podredumbre de un país en declive, a la pregunta de Shakespeare ¿Qué es más noble para el espíritu? Resalta el ¿qué hacer con el deber, el honor y la lealtad? y si, el deber desencadena venganza y ésta, violencia; ¿Valdrá la pena?

Una sobresaliente puesta en escena donde el inmortal monólogo se convierte en un dueto con, nada menos que, Margarita Sanz como el fantasma y Sonia Franco como Lady Hamlet. La escena de los sepultureros la resuelve a la mexicana con ese espíritu tan peculiar de día de muertos, me encantó la elección de las canciones populares que refuerzan y actualizan al drama. Los parlamentos son claros y mantienen la tensión, inevitable conmoverse y emocionarse de que Shakespeare sigue vivo entre nosotros.

No se la pierdan en el teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque, atrás de Auditorio. Jueves y viernes a las 20 hrs , sábados a las 19 hrs y domingos a las 18hrs.