lunes, 29 de noviembre de 2010

José Clemente Orozco y los Teules

Como parte del ejercicio de recorrer la exposición de José Clemente Orozco, nos hemos propuesto elegir un periodo específico del autor; una pintura que sea significativa, de especial relevancia, o bien, una obra que personalmente nos conmueva, nos inspire o nos llame la atención.

Hace dos semanas que fui a San Ildefonso a visitar la exposición e hice un esfuerzo por elegir una parte de la obra del artista que me gustara más. Casi al terminar el recorrido, por ahí de la sala veintidós, no tuve duda que Los teules es la serie que más me intriga. La sala consta de catorce pinturas hechas por el año 1947, dos años antes de la muerte del autor.

El simple hecho de introducirme a la sala, me provocó una emoción particular. Las obras que ahí se encuentran son de gran formato, de trazo fuerte, violento, de colorido intenso. Debido a que gran parte de la obra de Orozco son murales, hay salas donde sólo encontramos reproducciones y dibujos preparativos. La serie Los teules permite disfrutar las obras directamente.

La placa de presentación de la sala lleva una cita de Orozco que nos introduce al tema: “La Conquista de México por Hernán Cortés y sus huestes parece que fue ayer. Tiene más actualidad, en cualquier momento, que los desaguisados de Pacho Villa”. Los teules son la forma como los españoles infirieron que se referían los indígenas a ellos. Teules, en realidad es teotl en nahuatl, que quiere decir: dios o dioses. La serie fue bautizada con ese nombre y curiosamente no encontramos en los españoles una forma divinizada de representación ni muchos menos. Nadie está por encima de nadie en este conglomerado de cuerpos.

Dentro de las catorce pinturas se muestran distintas escenas de lucha entre españoles e indígenas. Algunas obras son más figurativas que otras, algunas sólo marcan, a través de trazos rápidos, el fragor de la batalla. Lo que no cambia, y a mi parecer, refleja la visión que tiene Orozco sobre el tema, es la violencia de la guerra marcada en el cuerpo. Desde la visión orozquiana no hay víctimas ni victimarios. El hombre mutila, es mutilado y se autodestruye. Desde cuerpos barbados que yacen a orillas del mar, hasta rostros y máscaras atravesadas por lanzas, los cuerpos se muestran desvinculados de cualquier contexto; desacralizados, y a la vez ,como parte primordial del sacrificio creador.

Quizá porque justamente nuestro curso trata de la frontera, así como la transgresión de la misma, el capítulo de la Conquista me pareció significativo. Sorprende la forma tan original y profunda como lo aborda Orozco, quien no se conformó con trata temas patrióticos o conmemorativos, sino que se atrevió a sondear en la grieta más profunda del mexicano exponiéndola en su obra de la manera más frontal y descarnada. En palabras de Paz: “Una parte del pueblo azteca desfallece y busca al invasor. La otra sin esperanza de salvación, traicionada por todos, escoge la muerte. Ante la sola presencia de los españoles se produce una escisión en la sociedad azteca, que corresponde al dualismo de sus dioses, de su sistema religioso y de sus castas superiores”.

Herida y muerte, pero también sacrificio y creación. La serie de los teules es mezcla convulsa, contradicción y paradoja. Todo ello producto de nuestro México mestizo. Y a ustedes ¿qué parte de la obra de Orozco les interesa más?

Ana Barberena

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