domingo, 15 de mayo de 2011

El mundo de Julian Barnes


Pensar la historia como un relato más, abordar la religión como una forma de ficción, confundir el sueño de la vigilia parecerían procesos imposibles. En la obra: Una historia del mundo en 10 ½ capítulos de Julian Barnes no solo esto se logra, sino que, desde una habilidad de escritura, el lector puede transitar por los diferentes ámbitos disfrutando una naturalidad. ¿No es así el mundo?

Pareciera que dentro de la obra, Barnes no dejó nada para la casualidad; los elementos que constituyen el libro son representativos de una época donde se pone en duda la posibilidad de poseer la verdad. ¿Qué sucedería si fuera una termita quien escribiera la historia? Se acabó la tradicional autocracia del narrador; un ser minúsculo y mordaz puede hacer burla de Noé y recordarnos que no existe la marginalidad.

¿Qué hacer de la memoria? En palabras del autor: ¿cómo aprehender la historia? La obsesión por encontrar un asidero y el recordatorio de que no existe tal es la única contante: imaginamos al recordar, interpretamos al narrar. No podemos deshacernos de nosotros mismos, es imposible la objetividad.

Sueños, naufragios, agua. Los motivos que se repiten en la obra son hilos conductores – si se les pudiera llamar así - que aparecen durante el recorrido. Siempre hay un guiño, una seña que nos recuerda que estamos en el mundo, en ese mismo mundo que traza Julian Barnes que por móvil, cambiante y efímero nos advierte que estamos vivos, muy vivos.

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