viernes, 28 de octubre de 2011

Esta semana en el fondo del mar


Avanzando en nuestro libro nos vamos topando con sorpresas.  Salir del Libro II dedicado a la tiniebla, a nuestra parte más recóndita y oscura nos permite transitar con  gusto por el Libro III que por luminoso nos ha fascinado. El tema es el amor y las variadas formas de entrega. Es un capítulo tan rico que nos ha dejado con la necesidad de seguir compartiendo entre nosotras.
Por otro lado, el trabajo personal que estamos haciendo es increíble. En Bosques, Martha ha preparado un esquema hecho a base de frases que acomoda a su propia experiencia, creando una especie de rompecabezas vital donde el engranaje son los enunciados utilizados por Argullol que mejor describen su vida.  Elvira trabaja en la urdimbre de un gran telar que la lleva a ir pensando cuáles son los hilos que le fueron dados y cuales azarosamente se incorporaron, y lo qué es más lindo, qué forma tienen esos bellos bordados que ella misma ha ido elaborando a través del tiempo. Cinthya toma como punto de partida cinco preguntas que conforman el móvil del autor y quizá el de cada uno de nosotras: ¿quién fui?, ¿quién soy?, ¿quién quiero ser?, ¿quién voy a ser?, ¿quién imagino que puedo ser?
En Polanco, la sorpresa no fue menor. Laura, desde una escritura suave y bien delineada,  nos leyó un escrito que esboza su niñez, adolescencia y adultez. Siguiendo los esquemas de Argullol en cuanto a ubicación y fecha, ha descrito   distintas experiencias y sentimientos, compartiéndonos su historia. Nos emocionó. Me he quedado con las ganas de escuchar a Sofi que ya tenía que irse. Tuve la suerte de escuchar el texto de Tere de hacer quince días que por intuitivo y bien escrito, me fascinó. Giselle está meditando por donde empezará. Un banquete.
Gracias, gracias, gracias. Contagian, chicas. Y por lo menos a mí, me iluminaron la semana.

Ana Barberena

martes, 18 de octubre de 2011

Visión desde el fondo del mar


Un mapa, un paisaje, una concepción del mundo, un diario, una radiografía. El ejercicio que estamos elaborando sobre Visión desde el fondo del mar nos confronta e inevitablemente nos hace reflexionar. Habemos quienes nos inclinamos a hacer mapas mentales que ordenen el cúmulo de ideas que genera un libro como este y habrá quien elija el ensayo como medio de expresión.
La semana pasada tuve la oportunidad de compartir mi propio mapa y ver la forma tan variada como cada una de nosotras está elaborando su trabajo. Lo que es una constante es que el libro que nos tiene atrapadas, gozosamente atrapadas.
¿Qué me dice el naufragio?, ¿a qué me remite el juego, el azar? ¿Cuánto de lo que leo me recuerda a alguna experiencia personal? Hay tantas formas de compartir como maneras de pensar. Todo depende de nuestros personalísimos recorridos. Venga, a navegar.

Ana Barberena

sábado, 3 de septiembre de 2011

El arte nos golpea


La Femme qui chante

El arte nos revela el verdadero sentido de la vida.

Recuerdo muy bien la frase de  un maestro de Arte que tuve hace muchos años “-El arte nos golpea-” era la primera clase del ese curso de maestría que tomé y fue de esas frases que yo apunté en mi cuaderno, pues al venir de un mundo de la mercadotecnia y la administración  mis estudios de posgrado en Humanidades me obligaban a escribir aquello que no entendía, escribía las palabras que consideraba debería repasar para comprender o bien, apuntar los autores que citara el maestro para ir formando mi biblioteca, EL ARTE NOS GOLPEA repetí perpleja… alcé la mano al final de la exposición y le pregunté al profesor porqué decía eso. Me contestó que el arte está en muchas partes de nuestra vida cotidiana y que cuando abrimos nuestros sentidos ahí está para sacudirnos, para estremecernos y recordarnos que la realidad es sólo un velo aparente, las obras de arte nos golpean para revelarnos esos acertijos de la vida, para darle el sentido a todo lo absurdo que nos rodea, puede ser en el momento más inesperado; un muro con  graffitti, un cuadro, una escultura en una plaza o en una novela que nos prestaron.

 Esta noche el golpe fue cuando ví la película “La Mujer que cantaba” Incendies del cineasta canadiense Denis Villeneuve 2010 y cuyo estreno  fue en este año, nominada para la mejor película extranjera, muy bien acogida por los críticos. Una historia que aparentemente sigue el curso del eterno retorno pero que en su complejidad funda una nueva dimensión para decodificar las guerras y conflictos que han azotado en las últimas décadas a la humanidad. Un llamado a repensar el amor en su dimensión de fundamento de lo humano, a reflexionar sobre la dicotomía que hay entre la religiosidad y las ideologías. Llevada a la pantalla con una mirada artística que nos revela entre las ruinas y despojos el perdón, esa reinstauración de la dimensión amorosa, como dice Yankelevich, pero que también resalta la fuerza de voluntad de una mujer que siendo víctima de los abusos más brutales no se cansa de creer en el amor y de la responsabilidad que conlleva. Apostar por la vida en su más elemental fibra y desde ahí confrontar las ideas para volver a ser hermanos, a ser prójimo en el sentido sacro. Una película cuyo final queda abierto a una nueva era con una cinta musical casi mística.

Los lugares en que se desenvuelve la historia implican el mundo contemporáneo y el mundo mítico a la vez, Tierra Santa y Canadá. La guerra de Palestina, Edipo, el fundamentalismo, Rómulo y Remo, en fin cargada de símbolos y de Historia pero narrada con un lenguaje de hoy.

¡No se la pierdan! , yo la ví en el cine Lumiere de Reforma.

Angélica Breña.

martes, 30 de agosto de 2011

De repente en el verano


Como muchas de mis amigas, yo también soñaba con pasar el verano a la orilla de la playa, recostada en una hamaca con un buen libro en la mano. Descarté el sueño porque en realidad lo que más deseaba era deshacerme de mi cocina, un espacio oscuro y anticuado que cada día me parecía más feo. Mientras guisaba me sentía atrapada entre paredes de mosaico verde oscuro con un toque marmoleado y muebles de estilo Early American con balaustradas que sólo servían para atrapar polvo y llaves sin dueño.

Como quien se echa un clavado en agua helada, cerré los ojos, saqué la chequera y puse manos a la obra. Despegar mosaicos y desmontar los muebles de una cocina es cuestión de pocos días, la verdadera complejidad empieza cuando a lo largo de cuatro semanas distintos trabajadores se esmeran por nivelar el zoclo, mover la tubería, aplanar las paredes, emparejar el techo, alisar el yeso, cambiar los contactos, mover las lámparas y sacar costales y más costales de desperdicio, mientras el timbre suena sin cesar.

El proveedor prometió que la nueva cocina estaría lista en seis semanas. “Ni se preocupe de la instalación”, me dijo el vendedor, “es un proceso muy rápido y sencillo”. “¿Y la cubierta de Corian?” pregunté, “ni se preocupe, es rapidísimo colocarla, más fácil que si fuera de granito”. Él sonaba muy convincente y yo quería creer que así sería el proceso. Firmé el anticipe y me entregaron un contrato con las guías mecánicas; ahora veo que olvidaron darme un gran frasco de Pasiflorina y un par de tapones para los oídos.

Los muebles llegaron a tiempo, pero la instalación no fue ni rápida ni limpia ni sencilla. Durante una semana movieron, colocaron, nivelaron, quitaron y volvieron a colocar cada mueble como si fueran piezas de un rompecabezas que no terminaban de encontrar su justo lugar. Luego llegaron grandes trozos de Corian “en bruto” que dentro de mi cocina recién pintada fueron cortados, lijados, pegados y vueltos a lijar hasta lograr que la cubierta tuviera la suavidad y tersura prometida. Del ruido estridente prefiero no acordarme y mis vecinos tampoco. A pesar de todas las precauciones que tomé sellando todo con plástico y masking tape, el polvo parecía escurrirse por debajo de puertas y cajones, así que al final de cada día siempre había algo que lavar, aspirar o sacudir.

Nada es eterno y a mediados de agosto se fue el último trabajador. Volvió la paz a mi hogar y la tranquilidad a mi espíritu. Pude terminar de leer a Stephen Zweig y disfrutar una novela sencilla de María Dueñas, con la felicidad de haber recuperado mi espacio culinario. De repente en el verano entendí que para que las cosas mejoren… ¡antes tienen que empeorar!

Elvira Herrera

domingo, 28 de agosto de 2011

Un instante del verano y Winnie Pooh


Elegir la imagen de las vacaciones no me tomó mucho tiempo. Enseguida escogí una foto en que Guillermo me retrata por la espalda. Miraba yo la luna con una bellísima tarde de escenario y estaba sorprendida de los trazos que habían dejado las nubes como si fuera el vestido de gasa natural que portaba la luna llena de julio. Al momento de captar la imagen, me encontraba sentada con Felipe, el hermano de Guillermo. Ninguno de los dos nos dimos cuenta del instante en que se tomó la foto. De ahí que me pareciera valiosa por espontánea y poco estudiada.
Antes de animarme a escribir sobre la imagen, pensé que alguien sobraba y decidí que era mi cuñado, que yo era la verdadera protagonista de la historia. Así que utilicé un programa para borrar a mi compañero, y de paso, intensificar el tono del cielo. Magia, se fue. En eso, comparé las dos fotos y me avergoncé. Toda la espontaneidad que la imagen tenía, me la comí de un bocado. Vaya trampa, era evidente que estaba mintiendo y adulterando el relato. Que manía por manipular - ¿perfeccionar? - las cosas. En eso, me di cuenta de algo más poderoso que mi propia fascinación por el cielo. Detecté que los dos personajes que salimos en la foto, estamos mostrando la forma tan particular como solemos adentrarnos en nosotros mismos. No estamos juntos, no hablamos, no nos miramos, sin embargo nos acompañamos. Cada uno, absorto en su propio mundo. Increíble. Recuerdo que alguna vez, un amigo me hizo notar la forma como los personajes de Winnie Pooh interactúan. Me comentó que en ningún momento se miran a la cara, que la gracia que tiene Tigger, Pigglet, Igor y compañía era que se internaban constantemente en sus propios pensamientos y no tenían más intención que hacerle la vida dulce al prójimo. Como diciendo: “es tan rico mi mundo, que no tengo tiempo de fastidiarte el día”. Qué gusto parecerme a ellos aunque sea por un instante. Este instante del verano.

Ana Barberena

viernes, 19 de agosto de 2011

Reanudamos nuestra conversación

¿Se han dado cuenta que la palabra
reanudar
tiene lo suyo? Volver atar, renovar, continuar el trato. Y en esto de continuar lo que se suspendió, debemos reanudar las palabras y memorias de cada una de nosotras.
Las invitamos a hacer un ejercicio de escritura para nuestro primer encuentro que se llevará a cabo a partir del lunes 29 de agosto. Se trata de fomentar la creatividad y compartir entre todas algo de lo que vivimos estos dos meses.
La invitación es traer una o varias fotografías escritas. Seguramente capturaron momentos especiales con su cámara, ipad o celular en este verano pues hay que ponerles palabras que estén dentro de oraciones y juntas formen párrafos; pueden ser instantáneas (snapshots) o pequeños relatos, o narraciones, según les apetezca, ilustrénlas con imágenes que estén en su disco de memoria.

El sol se había cansado de intensear y las nubes aprovecharon para colgarse del cielo como en una hamaca , de camino al Norte, al otro lado, la carretera se convirtió en una flecha tan derecha como veloz, era invariablemente recta, permitía que uno se desplazara rápidamente partiendo el territorio en una paralela al infinito. ¿Llegarán a juntarse las dos líneas, las dos realidades? Una de ellas es la ciudad de Saltillo que, junto con su hermana mayor Monterrey permanece silenciada , las rozamos rápidamente para seguir de frente, cruzar la frontera antes de las 3 pm, ¿Hay hora para cruzar fronteras?

Angélica Breña
(corte 1)

viernes, 24 de junio de 2011

Somos cuerpo


Diferentes estudios revelan la alta incidencia de determinadas enfermedades relacionadas con un mismo tipo de personalidad. Quizá la gente que ha ejercido el control durante muchos años, almacena un rigor que no guarda aquél de carácter ligero. Probablemente los iracundos dañen determinados órganos de manera importante a diferencia de aquellos que no expresan sus emociones. Lo interesante es la manera como nuestro cuerpo contiene, registra e, irremisiblemente, nos cobra la factura.

El día 17 de octubre pasado, mi esposo y yo, en compañía de nuestros compadres, estábamos pasando unos días en Kohunlich. Después de cenar, nos fuimos a nuestra habitación para descansar y poder levantarnos temprano al siguiente día. En el momento en que nos disponíamos a ir a dormir, noté en mi esposo una actitud totalmente distinta. La clave me la dio su uña; había desaparecido a la mitad. Se la había comido, acto poco común en él. A partir de este hecho le pregunté qué le pasaba y me dijo que nada. Insistí, y conforme él enunciaba sus “nadas”, yo me iba angustiando, como si predijera una catástrofe. En tono cortante, me sugirió que nos fuéramos a dormir. Le advertí que la ansiedad no me dejaría descansar y que seguramente tendría pesadillas. Con la urgencia que él tenía por suspender la conversación, no pude remediar mi estado de desasosiego.
Y así sucedió; a la mitad de la noche, inmersa en una pesadilla y con la angustia de no saber lo que sucedía, brinqué de la cama para dar un gran paso, que fue impedido por un buró de esquinas afiladas. El resultado fue una herida larga y profunda por debajo de la rodilla. Con gran dolor y rabia, le reproché su responsabilidad en el incidente. Del modo aparentemente más absurdo, le recriminaba: ¡tú hiciste que me pegara! Él, con gran desconcierto y conservando el modo distante, se limitó a encender la luz y esperar a que se me pasara.

A partir de ese día, me di cuenta de que algo había cambiado entre nosotros, algo se había roto. No es hasta ahora que sopeso lo mucho que significó el accidente. De la forma más física y real, nuestra separación quedó marcada en mi cuerpo. Nunca más volvimos a hablarnos igual, nunca más logré que nos acercáramos. Probablemente, la distancia se había iniciado tiempo atrás provocada por diferentes visiones de la vida y nuestras irreconciliables aficiones. ¿Cuándo es que una pareja deja de ser pareja? Seguramente es algo que se cuece a fuego lento pero, si uno pone atención, siempre hay pequeños episodios reveladores que marcan pautas. Un único suceso puede ser la demostración patente e irreversible de que algo se ha roto. Es una especie de fallo, de veredicto. Lo que más me impresiona es nuestros cuerpos hablaron más allá de nosotros mismos: su uña, mi herida, mi incansable psique.

Va pasando el tiempo – exactamente cuatro meses - y a pesar del dolor que ha conllevado la separación, me he dedicado a no descuidar los pequeños rituales que me van fortaleciendo, y evito todo aquello que me daña, me entristece o me aburre. Cuido mi sabio cuerpo. Lo que tomo más en serio y hago a diario es untar con aceite la cicatriz que me quedó tras el accidente. Busco que la marca se vaya atenuando cada día un poco más frotándola con suavidad. Nunca va a desaparecer, pero debo mimarla, más aún sabiendo cuanto de esto tiene que ver con mi propia recuperación emocional.

Qué poco procuramos nuestro cuerpo. Esta tradición judeocristiana lo ha desdeñado desde el origen y nos ha provocado una aparente desconexión. Por duro que sea admitirlo, somos cuerpo. Todo lo que pensamos, hacemos y soñamos nos remite a nosotros mismos. Quizá si le diéramos el verdadero valor que tiene esto que los griegos llamaban soma, podríamos dejar de inventar tantos mundos de lo invisible. La sabiduría no está nada lejos. Está aquí y yo la llevo en cada rinconcito de mi andar por este mundo.



Ana Barberena
17 de febrero de 2008

Dos minutos cambiaron mi vida

“Tienen que desocupar el edificio en las próximas horas”. De manera cortante, sin mostrar sentimientos ni empatía alguna por los aterrorizados condóminos que le escuchábamos, el ingeniero especialista en estructuras rindió su dictamen. Sentí que las piernas se me entumían y -- raro en mí -- me quedé sin palabras. Subí a mi departamento y recorrí pausadamente cada cuarto. En una habitación la luz se colaba entre los ladrillos, en otra la pared había estallado y por el hueco podía ver la casa del vecino. Preferí recordar el departamento tal y como lo estrené dos años antes: Un estudio con un gran ventanal… el rincón preferido donde sentarme a leer horas sin fin; un fabuloso costurero – bueno, en realidad era el cuarto de servicio, pero yo tampoco era Coco Chanel – donde me sentaba a coser los nuevos vestidos para el próximo crucero; una cocina muy amplia con más libros de recetas que tiempo y habilidad para cocinar. Todo se vino abajo en dos minutos el 19 de septiembre de 1985. Ahora mis libros, las telas y patrones, los planes de viaje y los recetarios habían perdido toda importancia.
La muerte no me era ajena, pero morir bajo los escombros de la casa que debía darme protección y abrigo resultaba una ironía. En ese momento todo lo material perdió su valor y entendí que sólo la vida es irremplazable -- ¡una lección importante!
Decidí que sólo me llevaría lo que cupiera en una pequeña maleta. Una sudadera suave y afelpada para cobijarme; una fotografía de mis padres para nunca olvidar mis raíces; unas cuantas alhajas y un libro de Oriana Fallacci que no había terminado de leer.
Los días subsecuentes fueron de zozobra e incertidumbre. Un segundo ingeniero revisó el edificio y su dictamen fue diametralmente opuesto. “Ni se preocupen, el edificio es muy seguro. Regresen de inmediato”. Eso es lo que queríamos escuchar para recuperar nuestra vida cotidiana.
Siguió temblando, pero empecé acostumbrarme y cada día me asustaba un poco menos con los movimientos y el tronar de los ventanales pasaba casi inadvertido. Pocos meses después el vecino del 5º. piso me invitó a cenar. Entre un queso y una copa de vino me propuso una idea brillante que en dos minutos cambió para siempre nuestras vidas: Vender los departamentos y casarnos. Vinieron a mi mente las palabras de mi madre: “Todo tiene su momento y su lugar”.


Elvira Herrera

Momentos estelares de la humanidad

La forma original como Zweig narra momentos cruciales de la historia, nos ha hecho pensar en nuestra propia biografía para detectar aquellos episodios que cambiaron nuestra vida. El ejercicio ha sido de lo más enriquecedor. Vamos a subir a este blog todos los ensayos que quieran compartir.


Ana y Angélica

domingo, 12 de junio de 2011

Disparad contra la Ilustración. Rafael Argullol

En los últimos tiempos, algunos de los mejores profesores abandonan precipitadamente la Universidad acogiéndose a jubilaciones anticipadas. Con pocas excepciones, las causas acaban concretándose en dos: el desinterés intelectual de los estudiantes y la progresiva asfixia burocrática de la vida universitaria. La mayoría de los profesores aludidos son gentes que en su juventud apostaron por aquel ideal humanista e ilustrado que aconsejaba recurrir a la educación para mejorar a la sociedad y que ahora se baten en retirada, abatidos algunos y otros aparentemente aliviados ante la perspectiva de buscar refugio en opciones menos utópicas.
El primero de los factores es objeto de numerosos comentarios desde hace dos o tres lustros. Un amigo lo resumía con contundencia al considerar que los estudiantes universitarios eran el grupo con menos interés cultural de nuestra sociedad, y eso explicaba que no leyeran la prensa escrita, a no ser que fuera gratuita, que no acudieran a libros ajenos a las bibliografías obligatorias o que no asistieran a conferencias si no eran premiadas con créditos útiles para aprobar cursos. Aunque podría matizarse la afirmación de mi amigo, en términos generales responde a una realidad antipática pero cierta, por más que todos los implicados en el circuito de la enseñanza reconozcan que no se trata de la mayor o menor inteligencia o sensibilidad de los universitarios actuales con respecto a generaciones precedentes, sino de otra cosa.

Esta "otra cosa" es lo que ha desgastado irreparablemente a los profesores que optan por marcharse a casa. Éstos no se han sentido ofendidos tanto por la ignorancia como por el desinterés. Es decir, lo degradante no ha sido comprobar que la mayoría de estudiantes desconocen el teorema de Pitágoras -como sucede- o ignoran si Cristo pertenece al Nuevo o al Antiguo Testamento -como también sucede-, sino advertir que esos desconocimientos no representaban problema alguno para los ignorantes, los cuales, adiestrados en la impunidad ante la ignorancia, no creían en absoluto en el peso favorable que el conocimiento podía aportar a sus futuras existencias.
Naturalmente, esto es lo descorazonador para los veteranos ilustrados, quienes, tras los ojos ausentes -más soñolientos que soñadores- de sus jóvenes pupilos, advierten la abulia general de la sociedad frente a las antiguas promesas de la sabiduría. Los cachorros se limitan a poner provocativamente en escena lo que les han transmitido sus mayores, y si éstos, arrodillados en el altar del novorriquismo y la codicia, han proclamado que lo importante es la utilidad, y no la verdad, ¿para qué preferir el conocimiento, que es un camino largo y complejo, al utilitarismo de laposesión inmediata? Sería pedir milagros creer que la generación estudiantil actual no estuviera contagiada del clima antiilustrado que domina nuestra época, bien perceptible en los foros públicos, sobre todo los políticos. Ni bien ni verdad ni belleza, las antiguallas ilustradas, sino únicamente uso: la vida es uso de lo que uno tiene a su alrededor.

Esta atmósfera antiilustrada ha penetrado con fuerza también en el organismo supuestamente ilustrado y, con frecuencia, anacrónico de la Universidad. Ahí podríamos identificar la otra causa del descontento de algunos de los profesores que optan por el retiro, originando, en el caso de los mejores, una auténtica sangría intelectual para la Universidad pública, cuyo coste social nadie está evaluando. A este respecto, la renovación universitaria ha sido sumamente contradictoria en estos últimos decenios. De un lado ha existido una notable voluntad de adaptación a las nuevas circunstancias históricas, con particular énfasis en ciertas tecnologías e investigaciones de vanguardia como la biogenética; de otro lado, sin embargo, las viejas castas universitarias, rancios restos feudales del pasado, han sido sustituidos por nuevas castas burocráticas, que predican una hipotética eficacia que muchas veces roza peligrosamente el desprecio por la vertiente científica y cultural de la Universidad. En los mejores casos, por consiguiente, los centros universitarios se aproximan al funcionamiento empresarial eficaz, y en los peores, a una suerte de academia de tramposos.

Lógicamente, ni unos ni otros resultan satisfactorios para el profesor que quería adaptar el credo ilustrado al presente. Si la Universidad pública se articula sólo con intereses empresariales, está condenada a aceptar la ley de la oferta y la demanda hasta extremos insoportables desde el punto de vista científico. Los estudios clásicos o las matemáticas nunca suscitarán demandas masivas ni estarán en condiciones de competir con las carreras más utilitarias. Pero el día en que el consumo de tecnología no suscite ya ninguna curiosidad por los principios teóricos que posibilitaron el desarrollo de la técnica y la Universidad se pliegue a esa evidencia, lo más coherente será rendirse definitivamente y olvidarse de que en algún momento existió algo parecido a un deseo de verdad.
Mientras esto no suceda, al menos definitivamente, el riesgo de una Universidad excesivamente burocratizada es el triunfo de los tramposos. No me refiero, desde luego, a los tramposos ventajistas que siempre ha habido, sino a los tramposos que caen en su propia trampa. La Universidad actual, con sus mecanismos de promoción y selectividad, parece invitar a la caída. En consecuencia, los jóvenes profesores, sin duda los mejor preparados de la historia reciente y los que hubiesen podido dar un giro prometedor a nuestra Universidad, se ven atrapados en una telaraña burocrática que ofrece pocas escapatorias. Los más honestos observan con desesperanza la superioridad de la astucia administrativa sobre la calidad científica e intentan hacer sus investigaciones y escribir sus libros a contracorriente, a espaldas casi del medio académico. Los oportunistas, en cambio, lo tienen más fácil: saben que su futura estabilidad depende de una buena lectura de los boletines oficiales, de una buena selección de revistas de impacto donde escribir artículos que casi nadie leerá y de un buen criterio para asumir los cargos adecuados en los momentos adecuados. Todo eso puntúa, aun a costa de alejar de la creación intelectual y de la búsqueda científica. Pero, ¿verdaderamente tiene alguna importancia esto último en la Universidad antiilustrada que muchos se empeñan en proclamar como moderna y eficaz?

Los veteranos profesores de formación humanista que últimamente abandonan las aulas creen que sí. Por eso se retiran. No obstante, es dudoso que su gesto tenga repercusión alguna. Para tenerla debería encontrar alguna resonancia en el entorno en que se produce. No es así. Nuestra Universidad, como nuestra escuela, es un mero reflejo. La sociedad en la que vivimos no sólo no tiene intención de compartir los ideales ilustrados, juzgados ilusorios e inservibles, sino que dispara contra ellos siempre que puede. Desde el escaño, desde la pantalla, desde el estudio, desde donde sea. El pensamiento ilustrado no ha demostrado que proporcionara la felicidad. Y esto se paga.

EL PAÍS 07/09/2009

El pensamiento ilustrado

En el curso sobre siglo XVII que actualmente estamos impartiendo en el club Mundet, hemos analizado interesantes ideas sobre el racionalismo y el pensamiento ilustrado. Curiosamente, hace unos días, encontré un artículo de Argullol sobre lo que ser ilustrado significa y la responsabilidad que ello conlleva de cara a la educación. Les comparto el ensayo que si bien está situado en el contexto español, nos ubica en cuanto a los presupuestos de la ilustración llevados a la actualidad.

Ana Barberena

Stefan Zweig y Cicerón



Momentos estelares de la humanidad es la obra que actualmente llevamos en nuestro curso de lectura, y podríamos coincidir que es una obra intensa, profunda, vibrante. Zweig tiene un modo tan particular de retratar la historia que hace de sus obras un manjar irresistibles. Hace unos días consulté a mi buen amigo Juan Pablo Rendón sobre su fascinación por el autor austriaco. Cuando le pregunté la razón por la que Zweig le gusta tanto, me respondió: “es un escritor que no habla de datos, si bien es reconocido como biógrafo de distintos personajes, siempre habla de aquello que no aparece, tal como si fuera un retrato lacaniano”.
Desde el primer capítulo del mencionado libro, distingo perfectamente lo que Juan Pablo quiso decirme. Me he sentido prendada por la narración, la curiosidad y la inteligencia del autor. Zweig tiene la habilidad de involucrarme en el relato haciendo del personaje ese ser cercano con el que me identifico o con el que coincido.
Por otro lado, qué curioso título y qué ambicioso podría ser pretender hablar de momentos estelares de la historia; puntos que quiebre, viraje de timón que reestablece una ruta. ¿La historia se mueve paulatinamente o de golpe? Este libro nos muestra cómo ciertos acontecimientos revirtieron el curso de una inercia particular. Momentos, instantes puntuales, que inmersos en una gran corriente, se distinguen por ser únicos, agudos, absolutos.
Me gusta el punto de partida de la obra y el personaje del que habla en el primer capítulo: Cicerón. Trata del episodio en que el conocido pensador es traicionado por el poder del imperium, esa degradación, a su modo de ver, facultad de mandar y de hacerse obedecer. Impasible, Cicerón, nunca cede y reivindica siempre su pensamiento, sus convicciones, su honor. Más allá de la interesante trama, me parece que la verdadera magia radica en que, de alguna extraña manera, me ha provocado sentirme contemporánea del filósofo. Incluso he captado un detalle de la escritura, que aún y estando ubicada en tiempos lejanos, está narrada en tiempo presente: “esto ocurre ahora, tiene que ver conmigo, con mi tiempo”.
Cierro mi libro después de terminar el primer capítulo. Entusiasmada, busco notas sobre Zweig y me topo con la siguiente frase: “La historia no tiene tiempo para ser justa. Como frío cronista no toma en cuenta más que los resultados." Cuánto dice de él y su manera profunda, genuina de describir los hechos. Sí, lo que hace es mucho más que la elaboración de un relato histórico; él viaja a la entrañas, a las esquinas más recónditas del ser, esos lugares que por ultimo resuenan en todos nosotros.

Ana Barberena

domingo, 15 de mayo de 2011

Entrevista de Silvia Lemus a Julian Barnes

http://www.elboomeran.com/video/143/julian-barnes/

El mundo de Julian Barnes


Pensar la historia como un relato más, abordar la religión como una forma de ficción, confundir el sueño de la vigilia parecerían procesos imposibles. En la obra: Una historia del mundo en 10 ½ capítulos de Julian Barnes no solo esto se logra, sino que, desde una habilidad de escritura, el lector puede transitar por los diferentes ámbitos disfrutando una naturalidad. ¿No es así el mundo?

Pareciera que dentro de la obra, Barnes no dejó nada para la casualidad; los elementos que constituyen el libro son representativos de una época donde se pone en duda la posibilidad de poseer la verdad. ¿Qué sucedería si fuera una termita quien escribiera la historia? Se acabó la tradicional autocracia del narrador; un ser minúsculo y mordaz puede hacer burla de Noé y recordarnos que no existe la marginalidad.

¿Qué hacer de la memoria? En palabras del autor: ¿cómo aprehender la historia? La obsesión por encontrar un asidero y el recordatorio de que no existe tal es la única contante: imaginamos al recordar, interpretamos al narrar. No podemos deshacernos de nosotros mismos, es imposible la objetividad.

Sueños, naufragios, agua. Los motivos que se repiten en la obra son hilos conductores – si se les pudiera llamar así - que aparecen durante el recorrido. Siempre hay un guiño, una seña que nos recuerda que estamos en el mundo, en ese mismo mundo que traza Julian Barnes que por móvil, cambiante y efímero nos advierte que estamos vivos, muy vivos.

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jueves, 12 de mayo de 2011

Civitas



Itálica es uno de los ejemplos que veremos en clase del próximo lunes 16 de mayo

Remontémonos al pasado; a ese período dónde nació el término de "civilización" que deriva de civitas que significa "la ciudad" ; el mundo romano (entre 753 a.C- fecha de fundación de Roma y - el 476 d.C - año en que cayó el último emperador romano de Occidente)- . A pesar de que la gran creación romana es La Ciudad la base económica radicaba en el campo, es decir, sin la producción excedente agrícola y ganadera de las comunidades rurales la ciudad no podría haber existido. Es el campo el que dio de comer a la ciudad y que dotaba de los elementos esenciales para la vida. Y sin embargo fue en las ciudades donde surgieron las ideas, donde se dio la actividad artística y filosófica, donde estaban los centros educativos y las bibliotecas, donde los políticos y los burócratas crearon uno de los sistemas de convivencia más complejos y ricos que el mundo había conocido entonces.

Sugerimos hacer un repaso de las polis griegas para entender y apreciar la diferencia con las ciudades romanas y luego poder trasladar estos conceptos al mundo contemporáneo ; es decir MEGALOPOLIS.

Angélica Breña

lunes, 11 de abril de 2011

Odiseo en polaco.


“Never again will I kneel in my small country, by a river,
So that what is stone in me could be dissolved,
So that nothing would remain but my tears, tears.”

Cuentan que cuando Czelaw Millosz regresó después de 50 años, a su tierra natal Lituania, caminó hacia un viejo roble y lo abrazó. La imagen de ese hombre cansado y añoso con sus brazos alrededor del viejo y firme tronco es suficiente para saber que había un reconocimiento mutuo de haber sobrevivido y superado ese medio siglo de exilio.
Fue un medio siglo de brutalidad y atrocidad pues fue testigo de la invasión de su hogar, de la ocupación nazi de su ciudad, supo de la destrucción del ghetto, de la perdida de los polacos frente a los alemanes, de la toma del poder comunista y destrucción del modo de ser de su pueblo y él manteniéndose alejado pero defendiéndose de ser un apátrida, enseñaba lenguas eslávicas en la Universidad Berkeley, California.
Milosz cumple una centuria este año y podría encarnar al Odiseo del mundo contemporáneo que sorteando las atrocidades occidentales del siglo 20; se fortaleció alimentándose de los recuerdos de su tierra natal, empeñándose en no perder su lengua fue profesor de lenguas eslávicas y después de tanto tiempo regresa para abrazar la Tierra sin haber dejado nunca de hacer su gran hazaña: escribir poesía.

Para leer el artículo completo http://www.guardian.co.uk/books/2011/apr/07/seamus-heaney-czeslaw-milosz-centenary

Angélica Breña.

lunes, 21 de marzo de 2011

Relatos en la obscuridad


Conrad apaga la luz para contar, para relatar … ¡No hay claridad! Vamos a tientas con el relato; En Corazón de las tinieblas Marlow, protagonista que porta la voz del autor, empieza a contar cuando la luz desciende “El sol se puso. La oscuridad descendió sobre las aguas y comenzaron aparecer las luces a lo largo de la orilla” (p 96) y estando en un barco a orillas del Támesis nos va a llevar a lugares inusitados, su relato serpentea por el río adentrándose al corazón de Africa, metáfora de las pasiones más oscuras y de las profundidades de la conciencia humana, pero su forma de contar no es como la de un típico marino cuya sencillez del relato puede ser encerrada dentro de la cáscara de una nuez para Conrad “la importancia de un relato no estaba dentro de la nuez sino afuera envolviendo a la anécdota de la misma manera que el resplandor circunda la luz” (p97) . Leer al resplandor de la luna , sentir el blanco de los ojos que nos miran en la oscuridad, adivinar dónde está el enemigo, intuir la crueldad , sospechar que el mal es aún más descarnado… todo eso vamos a sentir durante la travesía.


¿Quién es Marlow? Y porqué decide irse a Africa, ¿cuáles son sus móviles, el dinero, suprimir el tedio o quizás el miedo? Desde niño le habían apasionado los mapas y había uno que lo fascinaba por un la presencia de un río , en el mapa aparecía como -una inmensa serpiente enroscada con la cabeza en el mar, el cuerpo ondulante a lo largo de una amplia región y la cola perdida en las profundidades del territorio- (p101)



Kurtz se asoma como un enigma y los lectores no sabemos a dónde vamos, se nos borra la temporalidad y el espacio se vuelve metafísico; ¿qué hace un hombre libre en la soledad extrema? Sería la pregunta que nos plantea. Como personaje literario es muy rico , con relieve y ha inspirado a muchos artistas , entre ellos al cineasta Coppola en su multimillonaria película Apocalipsis Now donde Marlon Brando descubre la fuerza de la literatura una noche antes de rodar su papel de Kurtz.

Si Roger Casement nos cautivó en la novela de Vargas Llosa imagínense la rotunda verdad que Conrad descubre al ser amigo y confidente de Casement en el Congo. Conrad nos pone en el mero corazón de las tinieblas

Angélica Breña

jueves, 24 de febrero de 2011

Hilvanando la Historia y la Ficción

Claro que conocer la obra del autor nos da más... pero un premio Nobel que además estamos leyendo en este momento es una oportunidad única.
El próximo mjueves 3 de marzo a las 19 hrs en el Hotel Marquis reforma el mtro Mario Vargas Llosa dará conferencia magistral, el costo del boleto es $650.00 ,
tel 52-91-25-22. lo organiza Gandhi.
A las que vayan les encargo traer a clase sus impresiones y comentarios para que todas aprendamos juntas.

Les comparto un artículo muy interesante que nuestra nueva compañera e incansable lectora y promotora de la cultura Elvira Herrera nos hizo el favor de traer a clase el pasado miércoles. Trata de el histórico Roger Casement cuyos idealismos e inclinaciones los entrama muy bien Vargas Llosa para darnos un protagonista con relieve, aristas y claroscuros

Adicto al peligro
JACINTO ANTÓN 06/11/2010
En la asombrosa vida real del aventurero Roger Casement hay altruismo, traición, sexo ilícito y un final infamante
¡Qué pedazo de aventurero el irlandés Roger Casement, el personaje que inspira El sueño del celta! En su asombrosa biografía real hay de todo lo que nos asombra, y más: se jugó la vida en el Congo de los cortamanos -introdujo al mismísimo Conrad en el corazón de las tinieblas- y en la Amazonia de las correrías; desafió, en su propia cara, a algunos de los hombres más poderosos del mundo; fue el primer hombre que atravesó a nado el río Inkisi, infestado de cocodrilos; emuló al real Fitzcarraldo transportando un barco por la selva; trató de crear una legión irlandesa en el seno del ejército alemán del Káiser para liberar a su país del yugo inglés; desembarcó desde un submarino germano, el U-19, en la más pura tradición de los comandos y los espías en las costas de Irlanda (mareado como una sopa, eso sí), trayéndose además un barco cargado de armas para la rebelión; intentó suicidarse con curare y, finalmente (claro), murió ahorcado, aunque con tanta entereza que dejó admirado de por vida a su propio verdugo. Añadamos que tuvo el privilegio de descubrir la mitología irlandesa de labios de la bella Rose Maud Young, el amor imposible de Yeats.
Lawrence de Arabia, admirador de Casement, quiso escribir su biografía. "Un buen espécimen de inglés capaz", apuntó de él en su diario Henry Morton Stanley, nada menos, con el que compartió una semana de expedición por el Congo cuando el explorador acudía en rescate de Emin Pasha. Y mira que Bula matari -"rompepiedras", en kikongo- era duro (aunque no muy observador: ¡llamarle inglés a Casement!).
Porque Casement, además de un prodigioso aventurero, no en balde hijo de un kiplinesco oficial de los King's Own Light Dragoons Guards, era un filántropo, un caritativo defensor de la humanidad, un altruista que se adelantó en años a Amnistía Internacional en su meticulosa defensa de poblaciones e individuos oprimidos. Es verdad que este valiente y humanitario personaje, refinado y cortés, frugal y desprendido, sensible y hasta poeta, al que se calificó de "Bartolomé de las Casas irlandés", por su denuncia de las condiciones de los forzados caucheros congoleños y peruanos, tenía sus puntitos oscuros.
Fue, en puridad, un traidor. Después de media vida de ejercer cargos diplomáticos para la Gran Bretaña, actuar como los ojos del Foreign Office, hacerse un nombre gracias a la Administración del país, recibir las mayores distinciones (hasta fue ennoblecido por el Rey), Casement, en plena I Guerra Mundial y con toda la juventud británica -incluidas dos divisiones de irlandeses- dejándose la vida en las trincheras de Francia y Flandes, se puso a conspirar con los alemanes y, proyectando en Connemara lo que vio en el Congo y el Putumayo, se pasó al enemigo para liberar Irlanda. Lo raro no es que lo ahorcaran al pillarlo, sino que se lo pensaran tanto antes de hacerlo.
No se vea en esto una crítica al aventurero Casement, qué va: en realidad una vida aventurera, es sabido, se enriquece con avatares, reveses, golpes de fortuna, caídas en desgracia y ambigüedades morales. No hay nada menos aventurero, probablemente, que un santo. Piénsese en cambio en Sandokán, devenido pirata, Stanley, T. H. Lawrence, Lord Jim, todos los héroes de Malraux -el propio Malraux: expoliador y embustero-, Lindbergh o Han Solo. Santo, santo, Casement sin duda, y ahora entramos en lo más discutible de su perfil, no lo era. Vargas Llosa no exagera ni un pelo al abordar su disoluta vida sexual, más bien se abona a la piadosa tesis de que nuestro héroe, homosexual, exageró y fantaseó sus lances en ataques de coprolalia escrita y hasta cita la hipótesis de que todo el asunto de sus diarios secretos pudo ser una falsificación policial para desprestigiarlo. Parece que no, que el tipo verdaderamente se las traía en su promiscuidad, en un amplio abanico que iba desde marineros a boy scouts pasando por luchadores japoneses. En cambio, no le interesaba la historia natural.
El sueño del celta incluye un buen montón de citas explícitas de sus diarios ("Fue mío, fui suyo. Aullé"). Los Black Diaries están presentados casi en su totalidad en Roger Casement. A biography, de William Bryant (iUniverse, 2007), un libro bastante devastador en cuanto al asunto. Bryant señala que Casement fue un adicto a la prostitución masculina. Nada sorprendente en aquella época: a sir Eyre Coote, miembro del Parlamento y gobernador de Jamaica, lo descubrieron azotando y metiendo mano a jovencitos y -esto impresionó mucho a nuestro hombre- el general sir Hector Macdonald se suicidó tras ser pillado en mutua masturbación con tres chicos nativos en un tren en Ceilán. Casement parecía tener una verdadera obsesión con el tamaño de los miembros de sus innumerables partenaires y sus entradas en los diarios ofrecen, entre otros detalles, medidas precisas. En fin, eso cada cual, pero lo malo es que, los diarios documentan actividad sexual con niños de 11 años.
Controvertido, apasionante, humano, literario ahora, Casement nos apela -la figura es de Lawrence- como "un arcángel roto"; un personaje de luces y sombras, un aventurero que transitó lo peor del mundo, y de sí mismo.

© EDICIONES EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200

Por cierto... queremos complementar nuestra perspectiva del Sueño del Celta con visita al Museo de la Tolerancia y después comida en El Cardenal el próximo jueves 10 de marzo saliendo de Polanco a las 13.30 pm. Vayan reservando la fecha en su agenda.

Angélica Breña

viernes, 4 de febrero de 2011

El sueño del celta

Para la próxima semana iniciaremos el diálogo en torno a la obra: El sueño del celta de Vargas Llosa. Lean hasta la página 139. Les comparto la entrevista de la que le hace Silvia Lemus y de la que les hablé en la clase.

Entrevista de Silvia Lemus a Vargas Llosa

lunes, 24 de enero de 2011

Goran Petrovic y el viaje a la ex Yugoslavia

¿Cómo sería vivir sin techo?, ¿cómo sería la vida mirando al cielo? La clase de la semana pasada estuvo dedicada a Goran Petrovic y a su obra "Atlas descrito por el cielo". Desde una escritura que nos recuerda al realismo mágico latinoamericano, hemos aprendido que hay lecturas que no llevan una linealidad ni un "entender", quizá más bien hablamos de un "sentir": un simple placer de apreciar distantas imágenes, metáforas, enumeraciones fantásticas y patrones rítmicos. Como nos decía Catalina en clase: "yo me he dedicado a disfrutar el libro".

Lo que también aprendimos fue la difícil situación en que se encontraba el autor ya que "Atlas descrito por el cielo" fue escrito durante la guerra de Yugoslavia. Conocer el contexto histórico y político nos permitió entender como Petrovic instauró un mundo aparte. En palabras del autor: “Sí, esta es una especie de escapismo tal vez. Pero era una elección propia y una salida personal.”

"Atlas descrito por el cielo" nos lleva a un viaje hacia los sueños, hacia un lugar interno en donde nos invita a quitar el techo de nuestra casa y crecer sin medida. Es una obra que si bien está escrita de forma bella y poética, va un poco más allá, pues de manera metafórica nos remite a los sentimiento más esenciales del hombre como son la libertad, el amor y la solidaridad.

Ana Barberena




Para esta semana lleven leído hasta el capítulo: "La muerte del chícharo verde".

domingo, 9 de enero de 2011

Propósito de año nuevo




Las fronteras que vencimos y que delineamos el año pasado me ayudaron a saber que sí podemos jugar con la realidad ya que, como dice Goran Petrovic “¡La realidad es sólo una fantasía exageradamente bien peinada!” y nosotros la despeinamos en las clases, pintamos mechones de color Ana y de color Angélica, desenredamos conceptos, cortamos flequillos con sus comentarios y jugamos al pin pon con las lecturas de ensayos, los temas y los relatos. ¡Bien! Estuvo divertido y enriquecedor; al final del año les pregunté a todas cómo mejorar las clases y fue unánime que la lectura y discusión de libros es lo que más nos nutre, por lo cual Ana y yo decidimos como propósito de este año leer buena literatura y compartirla entre todas nosotras para hacerla aún más rica.

Iniciaremos la segunda semana de enero, el miércoles a las 11.30 am en Lilas y jueves a las 12 pm en Polanco con un autor serbio que se ha interesado mucho con el realismo mágico latinoamericano pero su narrativa pertenece al nuevo milenio, ATLAS DESCRITO POR EL CIELO de Goran Petrovic será nuestro libro para empezar luego seguiremos con Vargas Llosa y su novela más reciente EL ULTIMO CELTA. Los pueden conseguir en librerías como Ghandi y el Péndulo.

Como tarea y para que empecemos con buen ritmo leeremos los primeros dos relatos El azul como consecuencia de un trabajo bien hecho y los Murciélagos herreros son aproximadamente 50 páginas; dice Petrovic “En este mundo hay básicamente tres tipos de personas: Las que leen, las que no saben leer y las que no tienen tiempo de leer” ¿a cuál perteneces tú?

Angélica Breña